miércoles, 16 de junio de 2010

Esperando a Noé...

"Nada sonaba, pero acaso agudizando un poco la escucha se podía percibir el crujido acompasado de una mecedora [...] leía y acaso para saborear un fragmento -un verso tal vez- o para digerirlo si el fragmento se tornaba especulativo o para celebrarlo si exaltaba más los sentidos que la razón, se detenía sin perder el ritmo de la lectura, apenas postergándolo, y se acunaba suavemente en su poltrona, vuelto a la infancia, anticipándose a la vejez, niño y viejo, pero también expectante caballero, pues se había dejado la gorra puesta, con la visera levemente ladeada, como si se cubriera de un sol de la noche, de un resplandor que habría brotado desde el fondo del valle y fuera a encandilar su persona más íntima. Y así en plena noche, sin saber él que yo lo contemplaba".
T. Mercado